Este es un post de invitado escrito por la doctora en Bioquímica y redactora médica Laura Calpe Berdiel. En su blog lauracalpe.com nos cuenta cómo ayuda a web médicas a redactar contenidos atrayentes y casi mágicos. Es todo un lujo contar contigo Laura.
Hay miradas que hablan.
Miradas de tristeza, miradas de enamorados, miradas que matan, miradas de desesperación, miradas de miedo, miradas de asombro…
Se dice que los ojos son el espejo del alma porque, muy a menudo, comunican verdades sobre lo más profundo y orgánico de nuestro ser.
Además, los ojos pueden funcionar como señales de alarma de que algo no marcha como debiera en nuestro organismo.
Concretamente, señales de aviso sobre nuestra salud cardiovascular.
¿Miradas?, ¿salud cardiovascular?, ¿ojos?
¿Cómo se come todo esto?
Apuesto a que, en estos momentos, tu mirada es de cierta sorpresa.
Vamos al lío.
“Tapones” en las arterias
La aterosclerosis está provocada, principalmente, por la deposición de colesterol en las paredes de nuestras arterias, las denominadas placas ateroscleróticas.
Este hecho se observa en personas con una hipercolesterolemia moderada o elevada, es decir, con presencia de colesterol en sangre por encima de los niveles considerados normales (más de 200 mg/dL).
La aterosclerosis provoca engrosamiento y rigidez de las paredes y, en última instancia, la intensa acumulación de colesterol desemboca en la formación de «tapones» (placas) que obstruyen los vasos sanguíneos.
Y no estamos ante una cuestión baladí, ya que la manifestación de la enfermedad cardiovascular y sus complicaciones trombóticas asociadas son la principal causa de mortalidad en la sociedad moderna occidental.
La obstrucción de los vasos impide el flujo de sangre y suministro de oxígeno a los órganos contiguos, lo que puede ocasionar un daño, destrucción o muerte de los tejidos de dicha área.
Para visualizarlo, imagina cuando un tapón de cal se deposita en los conductos de tu fregadero bloqueando el paso del agua.
Así, la aterosclerosis puede afectar a cualquiera de las arterias que irrigan el organismo, incluidas las del cerebro, corazón, riñones, brazos y piernas.
Y… ¡los ojos!
Efectivamente, ya vamos atando cabos.
La retina, suministro sanguíneo
¿Verdad que alguna vez has tenido un pequeño derrame de sangre en tu ojo? ¿Has sido consciente que la sangre que bombea tu corazón alcanza e irriga tus ojos?
Ya conoces que la retina es fundamental para que podamos tener visión.
Sabes que, cuando la luz incide en el ojo, alcanza a unas células receptoras de la retina con un nombre bastante peculiar, los denominados conos y bastones.
A continuación, esas células inician una reacción química que convierte las imágenes recibidas en señales eléctricas, las cuales se dirigen al cerebro a través del nervio óptico.
Pero el protagonismo de la retina no acaba ahí.
La retina está formada, además, por una trama vascular que suministra de sangre, nutrientes y oxígeno a la órbita ocular. De hecho, la retina es de color rojo debido a su rico riego sanguíneo.
Estructuras principales del ojo y representación de los vasos sanguíneos del mismo.
La entrada y salida de la sangre a la retina se realiza gracias a la arteria central de la retina (ACR) y a la vena central de la retina (VCR), respectivamente. Ambas viajan por el interior del nervio óptico y miden, aproximadamente, unas 100 micras de diámetro (1 micra equivale a la millonésima parte de un metro, 10-6 m).
La primera de ellas, la ACR, al penetrar en el ojo se ramifica en arterias y capilares más pequeños que alcanzan las diferentes áreas de la retina suministrando al ojo de sangre oxigenada.
Cuando la sangre ha entregado sus nutrientes y oxígeno a las células oculares, la sangre desoxigenada resultante (rica en dióxido de carbono y desechos metabólicos) es recogida por una red de venas de la retina que confluyen en la VCR. Ésta abandonará el ojo a través del nervio óptico.
Pues bien, una vez entendida la estructura y fisiología básica de los vasos sanguíneos que irrigan tus ojos, podemos ir un paso más lejos.
De nuevo, los indeseables “tapones”
Si cualquiera de los dos vasos sanguíneos principales (ACR o VCR) o una de sus ramificaciones más pequeñas se obstruye o colapsa, la circulación de la sangre en la retina se ve comprometida. Este tapón u obstrucción se denomina oclusión.
Las oclusiones en las arterias de la retina provocan que la zona que irriga dicha arteria quede sin suministro de sangre y sin aporte de nutrientes ni oxígeno (isquemia). El resultado final será que las células de la zona afectada morirán en pocos minutos u horas, en función de la magnitud de la oclusión.
Cuando, en cambio, la oclusión se desarrolla en las venas de la retina la sangre entra al circuito, por las arterias, pero es incapaz de salir de la órbita ocular.
¿Qué ocurrirá entonces?
Aumentará la presión en el área afectada, puesto que la sangre sigue entrando al ojo por la ACR pero no puede salir de él y, como consecuencia de la incesante presión, se producirá una hemorragia asociada a la rotura de los vasos.
Sea como fuere, el resultado final de ambas condiciones es que, habitualmente, el ojo afectado por una obstrucción sanguínea pierde visión de forma aguda y repentina, en mayor o menor grado, según la magnitud del daño en la retina.
Por tanto, si la oclusión se produce en los vasos troncales principales ACR o VCR, el pronóstico de recuperar la visión es muy pobre, mientras que si la obstrucción afecta solamente a una pequeña ramificación vascular secundaria el pronóstico es más alentador.
¿Y por qué se producen las oclusiones?
Cabe mencionar en este punto, que existen diversas causas de riesgo, como la diabetes, linfomas o presión arterial alta, entre otras.
Sin embargo, vamos a poner el foco en las oclusiones de los vasos retinianos debidas a eventos ateroscleróticos.
Básicamente, las oclusiones de las arterias o venas retinianas se dan por la presencia de trombos o embolias.
¿Trombos y embolias en la retina?
Tu mirada es ahora, si cabe, de total estupefacción.
Tal y como hemos visto, la aterosclerosis es una enfermedad cardiovascular en la que el flujo normal de sangre se ve dificultado por los depósitos de colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos.
Hasta aquí, todo ok.
Estos “tapones” se denominan trombos cuando la placa de colesterol que se forma en un vaso permanece estacionada en él, mientras que recibe el nombre de embolia cuando una fracción de placa se desprende de su lugar de origen y se desplaza, arrastrada por la corriente sanguínea, a otra ubicación distante.
Entonces, centrándonos ya en el contexto de la retina, pueden producirse trombos en los vasos retinianos por el elevado contenido de colesterol presente in situ, o bien, embolias debido al desprendimiento de una porción de una placa aterosclerótica, que ha viajado libremente por el torrente sanguíneo y que ha anclado, finalmente, en un vaso de la retina.
Como estarás pensando, en esencia, estos eventos a nivel del ojo pueden ser un signo de advertencia y alarma de enfermedad aterosclerótica en otra parte del organismo, en donde una patología a nivel de circulación general se manifiesta en el sistema ocular.
¿Me permites un consejo?
Trata de realizar, con cierta periodicidad, una visita a tu oftalmólogo u optometrista de confianza. Un chequeo anual de tus ojos es lo ideal.
¿Sabes que él puede detectar signos de colesterol elevado en tus ojos que pueden ser el reflejo de problemas serios en tu sistema cardiovascular?
Aprovéchate de que tus ojos hablan.
Tus ojos pueden dar pistas de episodios aterotrombóticos que están aconteciendo en tus vasos sanguíneos y que no llegas a sospechar.
Durante el chequeo de tu visión, el profesional de la visión podrá evaluar, básicamente, dos cosas:
#1 Placas de Hollenhorst: pequeños fragmentos de placas de colesterol que se puedan haber desprendido de una placa mayor, situada en alguno de tus vasos sanguíneos principales, y que hayan viajado hasta a tu ojo. Éstas, como hemos visto, pueden provocar oclusiones en los vasos de la retina.
#2 Anillo de colesterol o arco corneal: depósitos de colesterol en la córnea, la parte coloreada del ojo. Estos posos de colesterol de color blanquecino son propios de la vejez y, en este caso, no son motivo de preocupación (arcus senilis).
Arco Senil. Depósitos de colesterol acumulados en forma de arco blanquecino.
Sin embargo, en personas jóvenes, debe encender el piloto rojo de alarma porque puede poner de manifiesto concentraciones de colesterol circulantes anormalmente altas.
Ambas observaciones son el punto de partida para evaluar los niveles de colesterol en sangre en busca de posibles patologías.
Tus ojos son una ventana abierta al estado de tus vasos sanguíneos y de tu salud cardiovascular.
Y es que, tus ojos muestran más de ti de lo que imaginas.
Imagen destacada: Fotolia; Imagen retina: adaptado de imagen diseñada por Freepik; Imagen colesterol ocular: autor Afrodriguezg de Wikimedia Commons.
Anónimo dice
BUENAS TARDES. ESTOY COAGULADA HACE 5 AÑOS EL RIN ME ESTA DANDO MUY ALTO. Y SE ME ESTA COMPLICANDO LA VISTA DEL OJO IZQUIERDO. PUEDE COMPLICAR LA VISTA LA MALA CIRCULACION D ELA SANGRE?? GRACIAS
Ramón García dice
Hola,
Este tema es de tipo médico y has de preguntarlo al cardiólogo o al oftalmólogo porque son los profesionales que te podrá dar una respuesta para este tipo de dudas.
Saludos y gracias por seguir el blog
Angélica dice
Me gusta mucho tu manera tan amena de enseñar, toda la información y experiencia que nos compartes es muy interesante
creo que lo mas importante del internet, es poder compartir tanto conocimiento.
Muchas gracias